Malasaña clásica: Miniretrato de Malasaña de siempre a través de dos locales atemporales.
Malasaña es hoy en día uno de los pulmones de Madrid en cuanto a nuevos conceptos se refiere. Los que vivimos en el barrio somos testigos de una continua evolución, vemos locales transformarse una y otra vez hasta encontrar la fórmula que les permita perdurar, vemos locales de toda la vida reformados con nuevos conceptos y conservando el esqueleto estético que nos cuenta quiénes fueron hace un tiempo, vemos locales renacer de las cenizas y convertirse en nuevos lugares de peregrinación para los asiduos al barrio. Pero hay unos cuantos locales que permanecen intactos desde hace décadas, y en algún caso hasta, siglo. El post de hoy es un homenaje a dos de estos locales que siguen siendo lo que eran, que nos llevan al pasado con el sabor de siempre y que en su día encontraron la fórmula mágica que les permite seguir siendo un reclamo para la gente que acude a Malasaña.
Bodega La Ardosa: www.laardosa.es Calle Colón, 13.
Presente en todas las guías como una de las tabernas más antiguas de Madrid (la séptima más antigua). Fundada en 1892, la Ardosa conserva todo su encanto y te llama a entrar sólo pasar por delante. Si siguiéramos la regla de local lleno, local que vale la pena entrar, no tendríamos duda alguna que es un sitio al que entrar. La Ardosa es, desde casi sus orígenes, un templo de la cerveza, importadores de cerveza saben que gran parte del éxito, más allá de la extensa variedad, está en la maestría al tirar la cerveza. No te decepcionarán. Pero no sólo de cerveza se basa el mito de la Ardosa: si hay algo que enamora y te convierte en un incondicional del lugar, es su tortilla de patata, de las mejores, sino la mejor, tortilla de patata de Madrid (a día de hoy). Popularizada en la década de los 70 y finalista varias veces de concursos nacionales de tortilla, sigue sin perder un ápice de lo que la hizo famosa. Si vas a la Ardosa a picar algo (te advierto que puedes comer y comerás la mar de bien) además de la mítica tortilla te recomiendo probar las alcachofas, las croquetas y el salmorejo (aunque ahora no es época). Como buena bodega, comes de pie apoyado en antiguas barricas de vino, y si eres de los afortunados podrás sentarte en una de las escasas sillas altas.
Si quieres hacerte conocedor del local y parecer que llevas toda la vida metido en la Ardosa te contamos un truco por si llegas y está lleno (que es lo más probable). A pesar de lo que parezca entra decidido y pasa agachado por el hueco que hay debajo de la barra por el lado derecho, al otro lado hay un rinconcito con dos barriles más que permiten servir a algún comensal más en una siempre abarrotada Ardosa. Pregunta antes de pasar por debajo que no choques con alguno de los camareros!!
- Me gusta:
- El ambiente con mezcla de gente de siempre y curiosos y turistas
- Las mil botellas que rodean el local que no se han movido desde hace décadas
- Mirar y encontrar tesoros entre las paredes
- Sentir que hace 50 años era lo mismo
- La tortilla!!!
Casa Julio: Calle Madera, 37.
Otro gran clásico del barrio que casi no necesita presentación, las croquetas son su plato estrella y claro reclamo. Local sobrio y pequeño con 4 mesas bajas 2 altas y la barra es difícil encontrar hueco pero siempre se encuentra una solución aunque comas de lado con 5 cm2 en la barra como único punto de apoyo para 4 comensales. La verdad es que es un sitio que vas y vas y repites y no te defrauda. Una carta que tiene lo que tiene que tener, ni más ni menos. Imprescindible una ración de croquetas variadas, para mí se puede pedir sin parar la de espinacas pasas y gorgonzola, es mágica, pero no desmerece para nada el resto donde encontrareis desde la clásica de Jamón hasta calamares en su tinta. Raciones generosas y camareros simpáticos. Cuenta la leyenda, cierta por otra parte, que es uno de los lugares donde los U2 vienen cuando están en Madrid, la foto colgada en la pared junto con otras fotos históricas y de personajes ilustres que frecuentan casa Julio testifican que U2 pasó al menos un día en casa Julio hacia el año 2000 donde realizaron una sesión de fotografías y se pusieron morados de croquetas.
- Me gusta:
- El local sin pretensiones pero acogedor
- La lucha por encontrar sitio que siempre acabas solucionando
- Que no sabes por qué pero todo el mundo sonríe, camareros y comensales. (esto es buena señal)
- Que las raciones son generosas. Ojo! si te pides una ración de ensaladilla rusa (muy buena) y solo sois dos, es probable que te quedes sin hambre para nada más!
Si venís por Malasaña, ya me contareis que tal y no desconectéis que en breve vendrán los locales nuevos e inspiradores del barrio!