¿A veces no os preguntáis por qué pasan las cosas? Este año conocí a Sandra Estévez, enóloga de Vinícola del Priorat, en el “Tast amb Dones” de Gratallops, y enseguida conecté con la pasión que transmite al hablar de los vinos que elaboran allí. Gallega inquieta, enamorada de su trabajo y de esta gran tierra…el Priorat.

Hace unos días nos volvimos a encontrar en una cata en el Hotel-Hostal Sport, en Falset, donde los amantes del vino catalán nos reunimos una vez al mes, gracias a Marta Domènech y su iniciativa “12 Mesos, 12 DO’s”. Le comenté mi inquietud por tener la experiencia de participar en la vendimia de un ‘coster’ en Priorat y Sandra no dudó en invitarme.

Al comentárselo a unos amigos no tardaron en apuntarse, y, a primera hora de la mañana de un soleado domingo, salimos de Barcelona camino a Gratallops. En la Agrobotiga de la cooperativa nos esperaban Sandra y Damià para acompañarnos a la parcela a la que llaman ‘La Vinya’, en Vilella Baixa, propiedad de Jaume y Oscar Farrús, donde tuvimos la suerte de vendimiar cepas viejas de cariñena. Una variedad autóctona que me enamora en vista, nariz y boca.

Una vez ataviados con tijeras y cubo nos separamos en hileras para ayudar y participar del duro trabajo que en él se realiza. Durante la recolección, entre risas y esfuerzos para mantenernos en una posición cómoda para trabajar y no caer rodando con los racimos de uva encima (300-320 metros de altura y una pendiente aprox. del 45%), Jaume Farrús nos cuenta cómo ha vivido los cambios en el Priorat desde que su familia elaboraba vino. Intentamos no perdernos detalles de su historia personal vinculada a la de un pueblo y una viticultura tradicional de cooperativas que ha ido aceptando de manera gradual las nuevas tecnologías. La Vínicola del Priorat nace en 1991 para agrupar la producción de las pequeñas cooperativas locales fruto de la necesidad de renovación y colaboración entre los pueblos. Hoy forman parte de ella 414 socios, 85 viticultores y los pueblos Gratallops, Vilella Alta, Lloar y Villella Baixa.

Rompe nuestra concentración Óscar, su hijo, el cual nos anima con su sonrisa a ‘darle caña’ al trabajo, recordándonos que formaremos parte de la creación del Ònix Selecció Vi de Vila 2014. Un vino 100% cariñena de viñas viejas de más de 70 años de poca producción y bajo rendimiento. Viñas que hemos de tratar con mimo y saber dónde cortar. Racimos compactos de uvas azul negro de tamaño pequeño que explotan en la boca llenas de dulzura y sabores intensos.

Sensaciones que encontramos luego en el Ònix Selecció Vi de Vila de la Vilella Baixa 2012 que tuvimos la suerte de catar en primicia, recién embotellado, gracias a Sandra. Una vez en copa volvemos a recordar esos aromas de fruta negra madura y golosa, que se unen a notas de regaliz, pimienta blanca y cacao que le aportan los 12 meses de crianza en barrica de roble francés de 300/500 L, cuyo tostado es tan sutil que respeta y mantiene esa fruta tan sabrosa. Durante la cata, no deja de sorprendernos la potencia e intensidad del vino suavizada por una frescura dada por su acidez, que permanece desde el principio en nuestra boca, característica del ‘terroir’ de licorella (suelo pizarra), personalidad inherente en los vinos de la DOQ Priorat.

Una gran frase que da a entender lo que siento al acabarse el día: ‘El trabajo conjunto del viticultor y enólogo, el factor humano, hacen posible el traslado de un trozo del Priorat a la copa’.

Días como éste, en los que puedes vivir experiencias entorno a la creación de un vino y compartir esos momentos con quienes lo miman desde la viña hasta su embotellado, hacen que mi pasión por seguir aprendiendo aumente cada día más. Para mí, ese factor humano es el valor añadido de cada uno de los vinos que pasan por mi vida. Vidas con historias que crecen y evolucionan con esos vinos.

agrobotiga cartell pedra carinyena

coster 'la vinya' Oscar Farrus licorella + tijeras

Sandra Estevez vendimia Vi de Vila